Amado Boudou, de la Ucedé a la vicepresidencia y de La Mancha de Rolando a los juzgados
El ex vicepresidente, detenido por orden del juez Ariel Lijo, transitó por un derrotero similar al que peregrinó otra dirigente surgida de la misma fuerza política, la recién fallecida María Julia Alsogaray.
Destinado a brillar con luz propia, Amado Boudou (cumple 55 años el próximo 19) transitó por un derrotero similar al que peregrinó otra dirigente surgida de la Ucedé, la recién fallecida María Julia Alsogaray, quien terminó en prisión luego de haber sido la funcionaria favorita del ex presidente peronista Carlos Menem durante la década de los ’90.
Como la hija del capitán ingeniero, Boudou mantuvo una aceitada relación con el Poder Ejecutivo, aunque su audacia lo llevó a ser el segundo vicepresidente de Cristina Kirchner, informó Télam.
Aimeé, como le dicen quienes lo conocen desde que pasaba música en las discos de Mar del Plata, fue uno de los líderes de la agrupación universitaria de la Ucedé (UPAU) en la Facultad de Economía de la Universidad de esa localidad balnearia. Cerca suyo, en Derecho, militaba el ex titular de Aduanas y luego de la AFIP, otro marplatense, Ricardo Echegaray.
Aunque quienes conocen a ambos cuentan que esa relación era distante, las vueltas de la política argentina los volvió a unir: primero, en el mismo gobierno; luego, ante la Justicia Federal.
Sus excelentes notas -concluyó su carrera con un promedio de 8,12- le abrieron a Boudou las puertas de la elitista Universidad del CEMA y, luego, en los años 90, a la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses). Allí ya trabajaba quien también sería su compañero en los gobiernos de Néstor y de Cristina: el diputado nacional Sergio Massa, a quien conocía de la militancia en la Ucedé.
Tras un breve interregno en el que Boudou pasó a ser secretario de Hacienda del Partido de la Costa, donde recibió su primera denuncia por un plan de viviendas que nunca se hizo, el economista regresó a la Anses.
Cuando Massa pasó a ser jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, Boudou se convirtió en director de la Anses. Y, ya instalado al frente de la repartición que administra las jubilaciones y pensiones, le comentó al tigrense su idea de que el Estado se adueñara con los fondos de las AFJP.
La expulsión de Massa del gobierno de Cristina Kirchner, tras la derrota electoral de 2009, le abrió las puertas del Ministerio de Economía donde, presuntamente, y a requisitoria de la AFIP de Echegaray, autorizó la adquisición de la quebrada firma Ciccone Calcográfica por parte de The Old Fund, controlada por Alejandro Vanderbroele.
Creyendo seguramente que el destino de Boudou era brillante, la ex presidenta lo eligió para que la acompañara en la fórmula, que le dio la reelección con el 54 por ciento de los votos en 2011.
Boudou ya estaba de novio con la modelo y periodista Agustina Kampfer, y su perfil desenfadado y combativo lo llevó a zapar con la banda de rock La Mancha de Rolando, liderada por Manuel Quieto, sobrino del desaparecido militante montonero Roberto Quieto.
Mimado por Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, amagó con ser candidato a jefe de Gobierno porteño, con el respaldo del líder camionero, Hugo Moyano.
Sin embargo, su estrella comenzó a apagarse a poco de llegar a la vicepresidencia de la Nación.
En una investigación periodística se lo acusó de querer apropiarse de la firma Ciccone (compañía que fabricaba los billetes de la moneda argentina) a través de The Old Fund, controlada por Vanderbroele, a quien señalaban como el testaferro del vicepresidente de la Nación.
Boudou negó siempre esos cargos y Vanderbroele aseguró que nunca conoció al compañero de fórmula de Cristina "ni de vista".
Sin embargo, en abril de 2012 la Justicia comprobó que Vanderbroele pagaba las expensas, el alquiler y el servicio de televisión por cable de un departamento perteneciente a Boudou. Además, descubrió que un socio minoritario de The Old Fund, Sergio Martínez, compró dos camionetas para apoyar la precandidatura del marplatense para ser jefe de gobierno porteño en 2010 mientras compartía un domicilio legal con el entonces ministro de Economía.
Durante un febril monólogo ante la prensa a principios de abril de 2012, Boudou negó todo.
Y, en su afán por defenderse, contó que el estudio de abogados en el cual trabajaba la mujer del entonces procurador general de la Nación, Esteban Righi, se había sugerido como facilitador de su situación judicial ante los integrantes del fuero federal de Comodoro Py.
La carrera de Righi quedó herida de muerte y, poco después, el procurador renunció.
Pero también la estrella de Boudou comenzó a apagarse.
Las denuncias en su contra comenzaron a acumularse y se convirtió en uno de los funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner con más causas ante la Justicia, y en junio de 2014 en el primer vicepresidente argentino en ejercicio procesado (por supuestos sobornos en la causa Ciccone).
Ante cada sesión que presidía en el Senado, los legisladores de la oposición tomaban turnos para leer las acusaciones en su contra y le reclamaban que diera un paso al costado.
Aislado, terminó su mandato y fue entonces que comenzó su periplo por los tribunales nacionales.
Logró salir indemne de una causa por falsificación de los papeles de un automóvil porque el caso había prescripto.
Salvo algunas apariciones esporádicas al lado de dirigentes piqueteros como Luis D’Elía, se mantuvo con bajo perfil y siguió viviendo en el lujoso piso del barrio de Puerto Madero.
Hasta que esta madrugada un grupo de suboficiales de la Prefectura lo fue a buscar para llevarlo a la cárcel.
Así, Boudou pasó de ser uno de los cerebros de la UPAU a tocar la guitarra en la ex ESMA ante sus simpatizantes de La Cámpora. Y, de ahí, a escuchar -descalzo y en remera- el auto judicial que lo llevó tras las rejas por presunto lavado de dinero.